Cuando le echamos un vistazo al nuevo instalador de sistema de Ubuntu, estrenado por la distribución en el lanzamiento de Ubuntu 23.04, echamos en falta novedades como las que se están planteando ahora sus desarrolladores, aunque no todo avance es siempre bienvenido.
El nuevo instalador de Ubuntu es más bonito, pero apenas ha mejorado nada en su apartado práctico en comparación con el anterior, cuando no ha empeorado en algunos detalles. Tampoco es extraño: hay que darle tiempo a que madure y a que añada novedades… como las que se plantean ahora: deshacerse de la instalación mínima y ampliar la personalización en la configuración inicial, esto es, en las aplicaciones que se instalan en el mismo proceso de instalación. Valga la redundancia.
No sé si hace falta recordar lo que es la instalación mínima de Ubuntu, pero ahí está ese enlace para quien lo necesite. En esencia, elegir la opción de instalación mínima reduce el número de aplicaciones preinstaladas, dejando solo las más básicas; mientras que el modo normal instala el conjunto de aplicaciones corrientes. La selección de aplicaciones ha cambiado un poco desde que publicamos ese artículo, pero lo ilustra bien.
Las ventajas de la instalación mínima son dos, principalmente, al menos para el usuario: se reduce el tiempo de la instalación del sistema, aunque la diferencia es irrisoria; y puede personalizar uno un poco más lo que instala, sin tener que borrar antes nada. Eso sí, hay que hacerlo a posteriori. La propuesta ahora es hacerlo en la misma instalación, al estilo de distribuciones como openSUSE pero, claro, apoyándose para ello en Ubuntu Software, o sea, en la Snap Store.
‘Con el acceso generalizado a Internet que hay hoy en día, obtener las aplicaciones necesarias ya no es un obstáculo. Este enfoque simplificado podría reducir el tamaño de la ISO, disminuir las necesidades de pruebas y simplificar el proceso de instalación. Más adelante podríamos ofrecer paquetes de aplicaciones, experiencias más cuidadas e incluso la posibilidad de que los usuarios proporcionen su propia lista de aplicaciones. Esto podría abrir mayores opciones de personalización’, explica el desarrollador de Canonical Tim Holmes-Mitra.
De aplicarse lo que proponen la principal ventaja para el usuario sería obvia, pues le permitiría personalizar la instalación del sistema en el mismo proceso; la desventaja. La instalación mínima tarda un periquete y sobre esa escueta base, uno puede personalizar su instalación como quiera. Y luego está lo de la Snap Store, y es que la personalización se basará por entero en aplicaciones Snap, lo cual no es del gusto de todo el mundo.