Por estas son las razones por las que los estafadores pueden tener tus datos

Hace unos meses nos hacíamos econike air jordan 4 oil green best jordan 4s adidas ultraboost shoes jordan 1 for sale cheap jordan shoes nike air jordan 1 mid adidas shoes for men ass sex toy braided wigs nike air jordan 4 black adidas yeezy black adidas sneakers adidas sneakers personalized jerseys adidas women sneakers de un caso bastante siniestro: un padre con el que intentaron llevar a cabo el ‘timo del hijo’ y él, con la mosca detrás de la oreja, preguntó a su supuesta hija por el domicilio de ésta… y le dio la respuesta correcta. Eso le terminó convenciendo para caer en el engaño.

Otros casos similares recientes incluyen supuestas llamadas desde nuestro banco en las que las reticencias de los usuarios se desmontan aportando datos que en teoría sólo debería conocer nuestra sucursal. Como cuentan en Maldita.es:

«Yo sospeché y pedí que me dijeran mis datos para ver si no era un fraude y me facilitaron mi nombre, dirección y número de cuenta, por lo que proseguí».

Desde luego, esto está un paso más allá de las ciberestafas habituales, supuestamente basadas en bombardear a miles de potenciales víctimas con llamadas, SMS o e-mails fraudulentos y esperar que unos pocos de ellos piquen.

-¿Cómo es posible?

Pero, ¿cómo es posible que un cibercriminal cualquiera pueda saber datos como el domicilio de su víctima? Pues hay varias formas:

  • Nuestros datos se filtran: Podemos ser todo lo cuidadosos que esté en nuestra mano a la hora de manejar nuestros datos, pero no podemos evitar tener que cedérselos a grandes entidades que pueden sufrir filtraciones masivas, como grandes empresas (por ejemplo, bancarias o de telecomunicaciones) o incluso organismos públicos (de ministerios a hospitales). En esas filtraciones de datos, que terminan siendo comprados en foros de la Red Oscura, tienen su origen muchas de las ciberestafas que terminamos sufriendo.
  • Nosotros mismos revelamos más de lo que pensamos: En las redes sociales revelamos, inconscientemente, muchos datos que resultarán muy útiles a cualquier estafador, desde nuestros gustos y viajes hasta nuestro domicilio o lugar de trabajo, por no mencionar las relaciones personales. Y luego está el tema de los metadatos de las fotos que subimos a Internet, por supuesto.
  • Hemos caído en estafas previas: ¿Recuerdas aquel formulario web que rellenaste para participar en un sorteo? ¿O en aquella oferta de trabajo tan rara? Ojo, y la estafa inicial no tiene ni por qué haber sido por Internet, quizá cediste tus datos a alguna supuesta ONG que captaba donantes a pie de calle, o a alguna supuesta compañía de sondeos que te llamó a casa una tarde. Pues todo eso puede no ser más que el primer paso para llevar a cabo una ciberestafa mucho más personalizada.
  • Los hemos cedido nosotros mismos por no leer: ¿Te das cuenta de cuántos datos cedes a las aplicaciones y plataformas online en las que te registras constantemente? ¿Sabes que tienen algo llamado ‘Términos de uso’ en las que, en algunos casos, ¿puedes haber autorizado la venta de tus datos a terceros?
  • Estamos infectados: Tu PC, tablet o teléfono móvil ha tenido (o aún tiene) alguna app maliciosa o malware oculto que le ‘chiva’ tus datos confidenciales a algún grupo de cibercriminales.