Opera es desde hace mucho tiempo uno de los navegadores web más populares del panorama, además de uno de los que más innovación han traído consigo a lo largo de los años. Sin embargo, nada de eso es suficiente a día de hoy para considerarlo como una alternativa en Linux, donde su soporte es terrible. Una vergüenza que no se ha resuelto por la pura desidia de sus desarrolladores y que me lleva a advertirte en contra de su uso.
Es cierto que Opera es una mala decisión no solo por el pésimo soporte que tiene en Linux. Hay otras consideraciones que hacen del navegador una opción a rechazar y no, tampoco me refiero a lo obvio para un usuario cualquiera de Linux, como podría ser el estar basado en Chromium o ser software privativo. Estos dos aspectos supondrían un no rotundo para muchos usuarios, pero no me parecen lo más grave, aunque en materia de privacidad Opera es de lo peor junto a Microsoft Edge y Chrome, en ese orden.
En concreto, me refiero a la confirmación de que, en manos chinas, Opera Software se ha echado a perder en gran medida. Me refiero a la triste caída en desgracia de Opera Software, en la que la compañía ha incidido de diferentes formas desde que publiqué ese artículo, hace ya más de tres años.
Por supuesto, quienquiera puede ignorar este último hecho porque, a fin de cuentas, Opera es también un gran navegador. Lo es en la práctica. Tiene un montón de funciones muy interesantes, algunas de ellas exclusivas y otras con una mejor implementación que la competencia; y todo lo que acaba de presentar Opera One suma en la buena dirección, aunque tengo que reconocer que el nuevo estilo visual no me gusta. Pero esto es un matiz.
Este artículo ni siquiera va de eso, sino del soporte del navegador en Linux y la vergüenza ajena que me provoca, que había olvidado y que he vuelto sufrir tras probar el nuevo Opera One.
Lo explico rápido: instalo Opera One en Ubuntu (¡en Ubuntu, en la distribución Linux más popular para el escritorio!) y me doy cuenta de que no está en mi idioma y el soporte multimedia es deplorable. O sea, como siempre ha sido, lo cual me lleva a pensar que a Opera se la suda Linux, pero mucho, porque es el único navegador al que le pasa y siguen sin solucionarlo.
Comencemos por el idioma: el navegador se instala en inglés, lo cual ya está mal, y aunque tiene una opción para añadir y cambiar el idioma desde las preferencias de la aplicación, no funciona. Por lo que he podido leer por ahí, sucede en diferentes distribuciones y la solución, el apaño más bien, es editar no sé qué a mano y ya estaría. De interesarme utilizar Opera, lo haría, claro, pero como no es el caso solo me quejo, porque la imagen que da esto es penoso, especialmente porque no se trata de un error puntual, sino que se lleva arrastrando no se sabe cuánto.
Seguimos con el soporte multimedia, uno de los lastres tradicionales de Opera en Linux que sigue sin corregirse, y ojo porque el asunto viene de lejos: prácticamente desde que el Opera basado en Chromium vio la luz; y aunque han habido amagos, el problema persiste y no puedes ni ver un triste vídeo de Twitter sin, una vez más, remangarte para retocar no sé qué a mano, porque a diferencia del resto de derivados de Chromium, sus desarrolladores no se han preocupado lo más mínimo porque arreglarlo.
Básicamente, los derivados de Chromium se apoyan en el soporte multimedia de este, a lo que le añaden el soporte DRM de Chrome. Pero ninguno necesita de intervención manual del usuario para funcionar correctamente, excepto Opera. Algo que también he comprobado por mí mismo en distintas circunstancias y a través de quejas de los usuarios en Internet (en este caso, relativas solo al ecosistema de Ubuntu, desconozco si sucede igual en otras distribuciones).
Ya sabéis los habituales del asquito que le tengo, no a Firefox, sino a Mozilla, pero lo de Opera está al nivel de lo inaceptable. Me acuerdo en este momento del cuestionable trato a los usuarios de Linux de Brave, que decía mi compañero Eduardo, y es que no hay color. En serio: antes que Opera usaría lo que fuera, incluido Microsoft Edge (un navegador excelente, al margen de las «cositas» que también tiene). Aunque no hace falta llegar a eso: hay otras alternativas que merecen la pena según lo que a cada uno le interese.
Me congratula al menos que Opera es, de los grandes, el navegador menos usado en Linux, o eso indica nuestra encuesta de fin de año. Si el dato se corresponde con la realidad, me doy por satisfecho. No se merecen otra cosa.