Ubuntu 23.04, con lanzamiento previsto para dentro de dos semanas, tiene entre sus principales novedades al nuevo instalador de sistema de Ubuntu que, si bien sorprende muy poco, me he detenido a escudriñar por la importancia del componente y el tiempo de desarrollo que tiene detrás suyo. ¿Estás pensando en instalar la próxima versión de Ubuntu? Entonces quizás te interese lo que sigue.
Poniéndonos en contexto, fue hace más de dos años cuando Canonical anunció que renovaría el instalador de sistema de Ubuntu, pero no de cualquier manera: lo haría con Flutter, la tecnología (multiplataforma y de código abierto) de Google para la creación de aplicaciones modernas. De hecho, Flutter llegó a Linux de la mano de Google y Canonical unos meses antes, con la desarrolladora de Ubuntu como principal valedora en lo que, a su distribución, pero también en lo que a su adopción se refiere.
Canonical apostó por Flutter para la creación de las nuevas aplicaciones propias de Ubuntu, o al menos así se transmitió en su momento. La primera y más importante fue el instalador de sistema de Ubuntu, una pieza elemental de la distribución, fiable y sencilla en apariencia, que llevaba años recibiendo remiendos para incluir tal o cual característica. El cambio a Flutter ayudaría a agilizar el desarrollo de nuevas funciones, a facilitar el mantenimiento y también a renovar un aspecto conocido y amigable, pero un anticuado.
Si en febrero de 2021 se anunciaba el desarrollo del nuevo instalador de sistema de Ubuntu, poco después se mostraban los primeros resultados, aunque no ha sido hasta principios de este año cuando se supo no solo que el instalador estaba casi listo para producción, sino que ya era candidato a reemplazar al anterior en la nueva versión de de la distribución, algo que confirmamos con el lanzamiento de la beta la semana pasada.
-Así se ve el nuevo instalador de sistema de Ubuntu
Un punto muy positivo del nuevo instalador de sistema de Ubuntu es que por fin se muestra en un buen tamaño desde el principio (incluso en Virtual Box, que es de donde he extraído todas las capturas que se pueden ver a continuación; aunque también lo he instalado en disco a la manera tradicional).
El primer paso la selección de idioma, una pantalla encabezada por ese ‘ojo de buey’ en el que se muestra la mascota del lanzamiento.
El segundo paso, elegir entre comenzar con la instalación o probar Ubuntu en vivo, con la opción adicional de ‘leer el informe de novedades’, lo cual abrirá las notas de lanzamiento de la versión en Firefox (cabe recordar que, en la práctica, se está usando un sistema en vivo).
Siguiendo con la instalación del sistema, el tercer paso consiste en elegir la distribución del teclado, aunque por defecto suele estar ya seleccionada aquella que se corresponda con el idioma elegido.
Llega el turno de conectar la wifi, si es que no estaba ya conectado por cable. Se puede ignorar, pero que es recomendable estar conectado para completar de manera eficiente el siguiente paso.
Esta es una de las pantallas clave del instalador de sistema de Ubuntu, ya que en ella se puede elegir el tipo de instalación (normal o mínima), así como si instalar ‘software de terceros para gráficos y dispositivos wifi’ y ‘descargar e instalar un soporta para formatos multimedia adicionales’. Es decir, los controladores gráficos de Nvdia y algún otro controlador privativo para las tarjetas de red, además de códecs multimedia privativos. Esta última opción no se podrá elegir si no se está conectado a Internet.
El siguiente paso es el relativo a la disposición del almacenamiento, con las opciones tradicionales: borrar el disco e instalar Ubuntu, con las características avanzadas (la creación de volúmenes, imprescindible para el cifrado de disco completo en la instalación automática) disponibles para marcar y aceptar; o el particionado manual, donde operar con más margen, elegir la localización del cargador de arranque. A destacar la desaparición de la opción de formatear en ZFS.
Una vez concluido el particionado, se muestra la pantalla de información con los cambios en las unidades de almacenamiento, antes de proceder con la instalación del sistema.
Elección de la zona horaria.
La creación del usuario y otras opciones relacionadas, como utilizar Active Directory.
Y el tema del escritorio, claro u oscuro. Nada que no puedas personalizar con mayor profundidad una vez concluido el proceso de instalación.
Para concluir, el típico carrusel de imágenes mostrando algunas de las características del sistema.
Y eso es todo. Como decía al principio, este nuevo instalador de sistema de Ubuntu sorprende muy poco, por no decir nada, pues es prácticamente un calco del que han tenido hasta ahora. Es cierto que se ve más moderno y elegante, pero deja algo de sensación de oportunidad perdida, de no haber aprovechado el desarrollo para reordenar un poco las opciones y hacerlo más eficiente.
Como también he comentado, el instalador de sistema de Ubuntu siempre ha destacado por ser sencillo y fiable, pero todo se puede mejor y este no era el caso. Un detalle apodíctico a este respecto es el cifrado de disco más accesible, dispuesto con las mínimas opciones y oculto tras una opción nada amigable para con los nuevos usuarios. ¿No era esta una oportunidad ideal para mejorar este aspecto?
Por otro lado, el nuevo instalador de sistema de Ubuntu me ha resultado sensiblemente más lento que el tradicional y -aunque estamos hablando de una beta- la alerta de error no ha parado de saltarme todas las veces que lo he probado (todos los fallos estaban relacionados con Snap; otro día hablaré más a fondo de esto, porque la experiencia con la gestión de software de Ubuntu sigue siendo muy deficiente).
Es lo que hay. No obstante, que el nuevo instalador de sistema de Ubuntu dé el salto a la primera línea, no significa que el trabajo en él haya concluido. De hecho, espero que no lo haya hecho, y no solo me refiero a pulir la estabilidad, sino a ampliar un poco los horizontes de la herramienta. Habrá que verlo. Mientras tanto, el veredicto es más de lo mismo, un poco más verde y bastante más bonito.